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Basilea conocer Suiza

No se puede estar en Colmar, zona fronteriza con Alemania y Suiza y no visitar estos dos países.

Estuvimos barajando la posibilidad de hacer la visita a Suiza, la verdad, el gasto que íbamos a realizar en un sólo día iba a ser un pellizco, pero finalmente decidimos hacer la excursión,ya que teníamos claro que iba a merecer la pena conocer otro país más.

A la hora del desplazamiento con el coche de alquiler no podíamos ir, porque no tenía una pegatina de emisiones que es obligatoria en Suiza, así que el medio elegido fue el tren.

Distancia Colmar-Basilea: Aproximadamente 65 kms.

Hicimos transbordo en St. Louis

Tiempo del trayecto en tren: 46 minutos

Precio de nuestros billetes: i/v 22.20 € adulto, niño 14.20  €.

Una vez llegados a la estación de Basilea (Basel SBB), yo aproveché para ir a la oficina de Turismo y recoger un plano turístico, en donde le pedí a la señora que me atendió que me señalara el restaurante en donde habíamos reservado para comer. Trato magnífico en perfecto inglés.

Mi marido y mi hijo fueron al baño, precio por cada uno, por no sujetar la puerta al salir: 1 €.

En la plaza (bahnplatz) tuve una sensación muy extraña, era como si estuviera viendo una cuidad de juguete, no sé cómo explicarlo, me llamó la atención la separación de las diferentes edificaciones, el orden y la limpieza de un punto neurálgico de la ciudad, en donde transeúntes y todo tipo de vehículos se cruzaban en perfecta armonía.

Cruzamos la plaza y nos dirigimos a nuestra primera parada: Fuente Tinguely-Brunnen.

Muy singular, divertida y espectáculo para mayores y niños.

De la fuente a Barfüsserplatz y llegamos a la arteria comercial de Feie Strasse. Bajamos la calle hasta el Ayuntamiento (Rathaus).

Edificio claramente identificarle por su color rojo. Un maravilla los murales en las paredes. En la plaza (marktplatz) había algunos puestos de venta de alimentos y de comida preparada .

Del ayuntamiento a la catedral (Münster), la cual se encuentra localizada en su plaza (müsterplatz), es una estampa perfecta, en la que cada elemento se encuentra en sintonía con su alrededor. Destacan sus dos torres apuntando al cielo de color rojo, por su piedra arenisca. En la fachada, franqueando cada torre, se encuentran  San Jorge y San Martín.

En su parte trasera te encuentras el Rhin (Rhein) con un mirador precioso (Pfalz) en donde puedes observar parte de la ciudad, los puentes… etc.

Desde aquí también puedes bajar y coger el barquito típico que te pasa a la otra orilla del río.

Del mirador, accedimos por la parte trasera de la catedral a los dos claustros,  en donde hay innumerables tumbas/lápidas  y de allí a la catedral, ya que es de acceso gratuito.

Del interior destacar las vidrieras, los restos antiguos de la cripta perfectamente conservados con sus pinturas, el coro, la tumba de Erasmo de Róterdam…etc.

En la plaza de la catedral, me encontré con este baño público que me sigue pareciendo más un ascensor que otra cosa, no sé a vosotros.

 

La cuidad, según sus personajes ilustres  tiene señalizaciones de las diferentes rutas a realizar por la ciudad, según el protagonista elegido .

Un vez hechas las visitas obligadas en el tiempo que teníamos nos fuimos al sitio que habíamos investigado para comer. Las opiniones y sobre todo la localización, en pleno centro nos venían de maravilla.

1777 Kaffee*Restaurant*bar

Se encuentra en el interior de una pequeña plazoleta pero está bien señalizado su acceso.

Tiene una terraza en el exterior y el interior una barra y el comedor de mesas de madera.

Nosotros comimos un plato principal cada uno: Una ensalada al gusto, según la elección de mis ingredientes, un Hot dog y un Roastbeef Baguette a una media de 13 francos cada plato.

Bebidas: Cerveza (Heller Engel), ice tea casero y recomendado por ellos (eistee) y agua del grifo en botella (precio 4.5 CHF) más un cappuccino. Aproximadamente 76 francos suizos.

La última parada fue en Elisabethenkirche, una iglesia que se utiliza para la realización de eventos y sorprende tener mesas de cafetería en su interior, pero lo que más me sorprendió fue su cajero automático para donativos, por si te olvidas el efectivo en casa jijiji.

En el camino de vuelta a la estación,  la ciudad me sorprendía con una bellísima variedad de señales indicadoras de las obras que se estaban realizando en la calzada, sin duda Suiza es diferente.

Espero que os haya gustado. Viajad y compartid.

Texto y fotografías: Vanessa Caramazana T.